Podría hablar de sillas eternamente…
Las sillas son, quizá, el objeto más diseñado de la historia… y, aun así, muchas se parecen demasiado. Entre reediciones y diseños poco arriesgados, a veces, surge una que nos hace cuestionarlo todo.
Podría hablar de sillas sin parar. De hecho, lo hago. Pero diseñar una… jamás. Hay cosas que es mejor dejar en manos de los expertos (que, curiosamente, rara vez son arquitectos).
Me críe rodeada de telas, pero en 2014 comencé a trabajar rodeada de muebles. Antes había pasado por estudios de interiorismo, pero mi relación con el mobiliario era a través de bloques de CAD y hojas de Excel. Así que cuando me encontré cara a cara con esos diseños que llevaba años admirando—porque sí, tengo una fijación desmedida con los muebles—mi obsesión escaló a niveles insospechados. Y bueno, este Substack es prueba de ello. 😂
El mundo no necesita más sillas iguales
Las sillas son, probablemente, el objeto más diseñado de la historia. Y, sin embargo, últimamente la mayoría se parecen demasiado. ¿Cuántas versiones de una silla de carcasa de polipropileno con patas metálicas puede soportar este planeta? (¡digamos basta a esta plaga!).




Quizá por eso, algunas marcas llevan años rescatando diseños del pasado en vez de seguir sacando "novedades" que en realidad no innovan nada. Fritz Hansen lo hace constantemente a la par que lanza algunas piezas nuevas, Cassina también, incluyendo cuando revivió la Capitol Complex en homenaje a Pierre Jeanneret, &Tradition rescató la Daystak de Robin Day el año pasado, HAY relanzó la colección Rey de Bruno Rey en 2022 y, más recientemente, la X-Line de Niels Jørgen.
¿Y por qué no recuperar piezas que ya funcionaban? Muchas desaparecieron no porque fueran malas, sino por problemas de producción, cierres de fábricas o crisis económicas. Ahora la tecnología permite mejorar esos diseños y, además, hay un público cada vez más interesado en mobiliario de diseño y piezas especiales. Porque, seamos honestos, la mayoría de estas reediciones tienen muchísima más personalidad que otra silla genérica de inyección de plástico con patas anodinas. (Se tenía que decir y se dijo 😂).

La primera vez que vi una Chairless, mi cerebro hizo ¡boom!
Pero más allá de la tendencia de reeditar clásicos, lo cierto es que el diseño de mobiliario cada vez toma menos riesgos. En las últimas ferias del sector a las que he asistido, pocas piezas me han sorprendido de verdad. Todo parece concebido para vender rápido, sin sobresaltos, sin grandes apuestas. Quizás por eso, cuando aparece algo realmente diferente, nos enamoramos al instante.
No puedo decir que eso fuese exactamente lo que me pasó cuando, hace unos 15 años, entré en una tienda y vi sobre un mostrador un expositor de cartón de Vitra con varias Chairless. De hecho, ni siquiera me la compré. Pero lo curioso es que aún recuerdo ese momento con total claridad, y también ese diseño hoy descatalogado, muchos años después. Y si algo permanece en la memoria tanto tiempo, por algo será.
¡Boom!
La Chairless es, literalmente, una correa diseñada por Alejandro Aravena para Vitra que algunos blogs de diseño bautizaron como “la silla más minimalista de la historia”. Pero si nos ponemos tiquismiquis, Cifras y Letras nos la invalidaría como "silla", porque técnicamente no tiene respaldo. En la Chairless, el respaldo, el asiento y las patas… eres tú.
Es una correa que se ajusta a la espalda y las rodillas y permite sentarse sin necesidad de una silla convencional. Se lanzó en 2010 con la ambiciosa etiqueta de "dispositivo de asiento para el nómada moderno" (básicamente, el gadget que todo nómada digital no sabía que necesitaba 😂)
Su diseño no es un capricho, o dicho de otra forma, Aravena no inventó nada. Está inspirado en un sistema de correas que usan desde hace siglos los indígenas ayoreos del Gran Chaco, entre Paraguay y Bolivia. Aravena lo descubrió, vio su potencial y, en colaboración con Vitra, lo convirtió en un producto comercial.
Eso sí, Chairless no pretendía sustituir una silla, sino ser una alternativa cuando no había ninguna cerca. Una opción un poco yogui, para la playa, el parque, un tren abarrotado o cuando te da por experimentar con nuevas posturas vitales 😂 (Durante estos años, solo he visto a una persona utilizarla y fue en un aeropuerto).
De hecho, Chairless podría ser la silla favorita de Galen Cranz, una mujer—como yo—obsesionada con las sillas y autora de The Chair (¿es este el destino que me espera si sigo escribiendo esta newsletter? 😅). Cranz sostiene que el cuerpo humano no está diseñado para pasar horas sentado en una silla convencional. Según ella, las sillas están directamente relacionadas con problemas de espalda, fatiga, varices, estrés y hasta dificultades digestivas. Y si a eso le sumamos trabajos en los que estar sentado es prácticamente una condena (como conducir un autobús), el panorama no pinta nada bien.
Por cierto, aquí os dejo un vídeo donde Rolf Fehlbaum, hijo de los fundadores de Vitra, explica cómo se usa Chairless. No tiene desperdicio.
¿Pero quién es ese hombre (Alejandro Aravena)?
Si no estáis muy metidas en el mundo de la arquitectura, permitidme presentaros a Alejandro Aravena, un arquitecto chileno que durante la primera década de los 2000 se convirtió en el niño mimado de la “arquitectura social”. Su trabajo con ELEMENTAL, el estudio que dirige, se basaba en la idea de una arquitectura accesible y flexible, con especial énfasis en la vivienda social incremental: edificios diseñados para que las personas de bajos recursos pudieran ampliarlos con el tiempo según sus necesidades y capacidades económicas.
Este enfoque, que combinaba pragmatismo con una pátina de sensibilidad social, lo catapultó al estrellato. (también su pelazo, que algunos críticos tildaron como ardilla atropellada 😂). Sus propuestas eran lo suficientemente ingeniosas para ganarse el respeto de la academia, pero también lo bastante mediáticas como para generar titulares en la prensa generalista. A la industria le encantaba la narrativa de arquitecto con conciencia, y no tardaron en lloverle reconocimientos.
En 2016 ganó el Premio Pritzker, el equivalente al Nobel de la arquitectura, aunque con un pequeño detalle: había sido jurado del mismo premio en ediciones anteriores. La situación levantó algunas ampollas, pero la maquinaria del star system arquitectónico ya estaba en marcha. Ese mismo año fue nombrado director de la Bienal de Arquitectura de Venecia. (Mismas vibes que Bjarke Ingels).
Sin embargo, como suele pasar con las figuras que se convierten en símbolo de una corriente o tendencia, la sobreexposición acabó pasándole factura. A medida que la "arquitectura social" pasó de ser un discurso de cambio a convertirse en un cliché de marketing para despachos y premios, la figura de Aravena perdió fuelle. Su enfoque empezó a ser cuestionado: ¿Había algo de postureo en su narrativa?
Con el tiempo, el foco mediático se desplazó hacia otros arquitectos y tendencias, y la burbuja Aravena se desinfló. Su nombre sigue ahí, pero ya no genera el mismo revuelo. Ahora trabaja en proyectos más discretos, aunque algunos de ellos siguen siendo interesantes, como su propuesta de vivienda neutra en carbono.
De hecho, tanto se desinfló su popularidad que, en 2007, su amigo Rolf Fehlbaum le encargó el diseño de un edificio de talleres infantiles en el Vitra Campus de Weil am Rhein… que nunca llegó a construirse. No es público (por lo menos no he dado con ello) si fue por un cambio de planes, cuestiones presupuestarias o simplemente porque el proyecto dejó de interesar, pero el hecho de que una obra suya se quedara en el limbo en uno de los epicentros del diseño moderno es, como mínimo, significativo.
El fugaz estrellato de Chairless
Eso sí, por lo menos en 2010 le produjeron Chairless que fue una de las novedades más sonadas y comentadas en la Feria de Milán de 2010 (lo de aquel año da para otra newsletter). Se vendía en tres tallas (S, M y L) por unos 36€, pero terminó descatalogada en 2013. (Me da a mí que no fue un éxito).
Si os pica la curiosidad, quién sabe, quizás algún distribuidor aún tenga alguna perdida en su almacén. Y si un día os topáis con una, no lo dudéis: compradla. Nunca se sabe cuándo te hará falta una silla de más… 😏
Nos leemos pronto.
No sé si la Chairless termina de convencerme…aprovechando que hablas de sillas, recuerdo este proyecto que en su momento me llamó mucho la atención ( @crossculturalchairs en IG )