Un taburete propio
Buscar un taburete Frösta en Wallapop resultó ser como cazar un unicornio.
Hace un par de años, cuando nos mudamos de oficina, me tocó buscar unos taburetes para nuestro pequeño pero acogedor office. ¿La misión? Algo polivalente, apilable, ligero y amigable con nuestro presupuesto, ya un poco magullado después de una obra. Así que abrí la app de Wallapop en busca de un par de taburetes Frösta de IKEA que me hicieran el apaño. (Lo confieso, no soy usuaria habitual de Wallapop, pero soy firme fan de alargar la vida útil de TODO lo que consumimos. No seáis como yo, usad Wallapop o plataformas de préstamo). Para mi sorpresa, el que parecía ser el objeto decorativo más común del planeta ¡no aparecía por ninguna parte!
Misión Taburetes
Después de interminables scrolls, entendí que los Frösta eran el Santo Grial de los taburetes: ¡nadie quería desprenderse de ellos! Encontré solo dos… y ambos habían pasado por algunas casas de adictos a los Ikea-hacks, sin ningún pudor ni gusto. Recuerdo pensar en cuando, de pequeña, convertí a una Barbie en punk cortándole el pelo y pintándoselo con subrayador, y ni mis amigas querían jugar con ella.
Resignada, lancé un SOS en Instagram. Ahí apareció Andrea (ahora mi amiga 😊) ofreciendo dos taburetes que también habían tenido su cambio de look, aunque menos dramático. Pero, ya agotada con la reforma y todos los jaleos de la mudanza del estudio, la pereza de ponerme a lijar y pintar me hizo cambiar de plan, y decidí estirar un poco más el presupuesto. (Tiempo = dinero)
Esta aventura me abrió los ojos al universo de los IKEA-hacks el cual pensaba que solo era una fiebre de influencers americanas en Pinterest y, sobre todo, al drama de que los Frösta llevaban una década descatalogados. Resulta que este modelo ya no se vendía desde 2009 en Australia, 2012 en EE.UU., y 2013 en Europa. En 2015, IKEA lanzó una colección cápsula, "Bråkig," en colores pastel (durante mucho tiempo el rosa fue mi mesita de noche), y los blogs de decoración estallaron con titulares como: ‘¡El regreso del taburete de culto!’ Y yo, ¿completamente ajena a este salseo relacionado con muebles? ¡WHAT! ¿Cómo podía ser? Así que me puse a investigar:
Esto no es un Stool 60
El meollo es que IKEA se pasó quince años produciendo ‘su versión’ del Stool 60 de Alvar Aalto, un ícono del diseño contemporáneo cuyo precio ronda los 260 €, por menos de 19 €. Democrático, sí, pero a costa de la propiedad intelectual del diseño, el nombre del diseñador y toda la lista de perjudicados, entre los que se encuentran obviamente los trabajadores de Artek. Porque seguramente una inmensa mayoría, ante una foto del Stool 60, crea que es el taburete Frösta y no entienda el porqué de su precio.
Pero, ¿qué podría haber llevado a IKEA a descatalogar uno de sus bestsellers? ¿Habría reconocido su culpa? También es posible que, con Vitra en proceso de adquirir Artek, la firma finlandesa emprendiera alguna acción legal para que, en 2013, tras la compra de Artek por Vitra, los suizos pudieran proclamar su derecho exclusivo sobre el famoso taburete. Ya habían tenido bastantes dolores de cabeza con el boom de las Eames Plastic Chairs falsificadas (melonazo). Sin embargo, todo sigue siendo bastante hermético, y las pocas explicaciones sobre la retirada del producto hablan de cambios en la producción. Misterios…
Gillis Lundgren, ¿El Robin Hood del diseño?
Para mí, lo más curioso es que el Frösta llevaba la firma de Gillis Lundgren, una de las leyendas de IKEA, padre del ‘Ready-to-assemble furniture’ y de la estantería Billy, quien aparentemente tenía una fascinación especial por los diseños de Aalto y manga ancha en IKEA para copiarlos. De hecho, en el catálogo de 1982, su línea "Frösta" incluía una versión casi idéntica al Bar Stool 64 de Artek de 1935. ¡Menudo caradura el señor Lundgren!
Obviamente, a Artek no le hizo ninguna gracia que su diseño icónico fuera copiado y vendido a una décima parte de su precio original. Sin embargo, como pasa con muchos clásicos del mobiliario, el diseño en sí no estaba patentado. Artek solo había registrado la técnica de curvado de la madera maciza, dejando el diseño vulnerable a imitaciones. Para reclamar una copia, Artek tendría que demostrar que era idéntica al original, y la versión de IKEA, aunque parecida, no lo es. Las patas del Frösta son más gruesas, sus proporciones algo más estilizadas y, por si fuera poco, el Stool 60 clásico de Alvar Aalto tiene tres patas. Existe una versión de cuatro patas, llamada 60E, pero los puristas le hacen la cruz, alegando que lo que gana en estabilidad lo pierde en elegancia (me sumo a ellos). Y mientras el Frösta de IKEA es un cuadrúpedo de madera contrachapada, el original de Artek está hecho en abedul. ¡Bien jugada, Gillis!
La L de Korhonen: El superpoder de Artek
Cuenta la leyenda que cuando Aalto y su fiel colaborador, el maestro carpintero Otto Korhonen, terminaron los primeros prototipos del Stool 60, decidieron lanzarlos contra las paredes para probar su resistencia (se ve que era una filia entre los diseñadores eso de tirar sillas y taburetes a ver si se rompían; me guardo para otra newsletter la historia de Gio Ponti y la Superleggera). Al ver que los taburetes sobrevivían al maltrato, se dice que Aalto exclamó: “¡Eso es un taburete! ¡Vamos a vender miles!”. Una predicción un tanto modesta la del señor Aalto, considerando que hasta hoy se han vendido millones. (Somos muchos los frikis del diseño)
Una pata en L
En 1935, Alvar Aalto fundó Artek junto a su esposa Aino (también arquitecta y con quien tenía una relación un poco pasivo-agresiva; si queréis comprobarlo, solo tenéis que ver 10 minutos del documental Aalto), la coleccionista de arte Maire Gullichsen y el historiador de arte Nils-Gustav Hahl. La empresa fue concebida “entre el arte y la tecnología”, con el propósito de vender muebles y promover una cultura moderna de la vivienda a través de exposiciones y otros medios educativos. En resumen, ricos idealistas que podían mantener una empresa que sobrevivía principalmente gracias al diseño de interiores para los edificios del propio Aalto, hasta la muerte del arquitecto en 1976. En la década de los 80, tras la muerte del arquitecto, la empresa tuvo un repunte de ventas gracias a la estela del mismo, pero en los 90 volvió a caer hasta que fue comprada por el fondo de inversión de un filántropo sueco y, más recientemente, por Vitra.
Otto Korhonen, el carpintero finlandés y diseñador que podríamos decir era el "tek" en Artek, fue quien introdujo a Aalto en la técnica de doblar madera maciza, una colaboración que comenzó a finales de los años 20. Juntos, desarrollaron la icónica pata en L, una pieza de madera curvada que permitió la creación de más de 50 productos diferentes.
La obra de Korhonen y Aalto se distinguió por su compromiso social y medioambiental: tomaban la madera maciza de abedul, el recurso más abundante de Finlandia, y la transformaban en estructuras que podían doblarse en varios ángulos, creando así un mobiliario funcionalista que combinaba sostenibilidad y un diseño minimalista y elegante. Una característica distintiva de los diseños de Aalto es el sistema de componentes estandarizados, que se ensamblan para formar una colección completa de muebles.
Si algo nos funciona, ¿por qué no exprimirlo? (y venderlo como sostenibilidad)
Como curiosidad, y para entender el calado del mobiliario de Artek como mobiliario de coleccionista, en 2013 la empresa lanzó ‘2nd Cicle’ promoviendo una segunda vida para sus diseños. Aquí, los Stool 60 envejecidos y restaurados tienen más demanda (y mayor precio) que los nuevos. Y es por eso que la marca le está cogiendo el gusto a las ediciones limitadas y, desde hace años, entre sus lanzamientos se encuentran ediciones especiales del Stool 60 firmadas por Paul Smith, FormaFantasma o Jo Nagasaka, entre otros.
No me malinterpretéis, estoy a tope con esto de promover la vida útil de los objetos, y la iniciativa de Artek me parece fantástica para quien la pueda pagar.
Tocar madera
Me despido con un consejo: si el próximo día de recogida de muebles en tu ciudad ves un Frösta, no lo dudes, hazte con él y súbelo a eBay. Te aseguro que es una inversión más segura que cualquier criptomoneda. Y si al girarlo descubres la insignia de Artek, considéralo el billete dorado de Willy Wonka... aunque, seamos realistas, hay más probabilidades de encontrar unicornios que personas que se deshagan de muebles de Artek.
Descansad y cuidaros ❤️
¡Quién nos iba a decir que unos Frösta hackeados serían la semilla de nuestra amistad! ✨💕